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Los Testimonios. / Roque Dalton

Por: Tipo de material: TextoTextoIdioma: Español Detalles de publicación: San Salvador, El Salvador : UCA, Editores 2008Edición: 1a edDescripción: 127 p. ; 20 cmISBN:
  • 9789992334676
Tema(s): Clasificación CDD:
  • 861 D152
Resumen: El último tiro de gracia nos lo dieron a todos, en la frente de Roque Dalton, la tarde en que un tribunal de comandantes guerrilleros, hijos de mala entraña, lo sentenciaron a morir ante un pelotón integrado por muchachos que como no sabián leer, se habían aprendido sus versos de memoria. El cuerpo delgadito del poeta salvadoreño fue sepultado en un ricón de la selva bajo dos pulgadas de tierra húmeda. sus asesinos reconocen ahora que fue un error. Que no hubo tiempo de hundirlo más en el planeta, por esos días llovío mucho y que las aguas se llevaron a flote su cadáver, que se lo comieron las fieras o talvez las hormigas, que qué le vamos hacer. Que lo sienten mucho. Pobres comandantes que no murieron en campaña por que el fantasma traviezo de Roque Dalton, les haría la vida imposible, hasta que se sequen de viejos, despreciados por sus hijos. Como dijo mi padre de los que mataron a Federico García Lorca : Dios los perdone, yo no puedo.
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Libro 3 días Libro 3 días Biblioteca Rafael Meza Ayau Colección Salvadoreña 861 D152 2008 (Navegar estantería(Abre debajo)) 001 En proceso físico Donado en marzo 2011 por el Padre Víctor Bermúdez 48861

El último tiro de gracia nos lo dieron a todos, en la frente de Roque Dalton, la tarde en que un tribunal de comandantes guerrilleros, hijos de mala entraña, lo sentenciaron a morir ante un pelotón integrado por muchachos que como no sabián leer, se habían aprendido sus versos de memoria. El cuerpo delgadito del poeta salvadoreño fue sepultado en un ricón de la selva bajo dos pulgadas de tierra húmeda. sus asesinos reconocen ahora que fue un error. Que no hubo tiempo de hundirlo más en el planeta, por esos días llovío mucho y que las aguas se llevaron a flote su cadáver, que se lo comieron las fieras o talvez las hormigas, que qué le vamos hacer. Que lo sienten mucho. Pobres comandantes que no murieron en campaña por que el fantasma traviezo de Roque Dalton, les haría la vida imposible, hasta que se sequen de viejos, despreciados por sus hijos. Como dijo mi padre de los que mataron a Federico García Lorca : Dios los perdone, yo no puedo.

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